Varios yacimientos arqueológicos nos hablan de la ocupación de este territorio desde tiempos prehistóricos: espacios funerarios, de habitación, de arte rupestre o con restos cerámicos desde el Calcolítico al Bronce o la Cultura del Hierro.

Fernando I Conde de Castilla y Rey de León tomó para sus dominios este lugar junto con Andaluz y Calatañazor entorno al año 1060. Fue cabeza de su Comunidad de Villa y Tierra en los siglos medievales; así lo certifica el Rollo de jurisdicción que se conserva junto a la iglesia. Algunos de sus vecinos pudieron ser repobladores de la Collación de San Miguel de Cabrejas en la ladera del castillo de la ciudad de Soria; incluso de la otra Cabrejas, esta vez del Campo, en tierras de Gómara.

Su iglesia parroquial fechada en el siglo XVIII tiene como titular a San Millán de la Cogolla. Una monumental ermita dedicada a la Virgen de la Blanca  donde se reúnen en verano los pueblos de la Concordia.

Los espacios naturales del entorno son espectaculares y están protegidos. El Monumento Natural de la Fuentona abre su “Ojo de Mar”  en un entrono cárstico de sabinas, barrancos y desfiladeros donde el río Abión  encamina un caudal de aguas puras y limpias hacia el Ucero, ya en Tierras de El Burgo de Osma.

Un poco más al sur está la Reserva Natural del Sabinar de Calatañazor es calificado como uno de los bosques mejor conservados de esta especie reliquia del Terciario. Los ejemplares que conforman este espacio natural alcanzan porte arbóreo y gran altura: hasta 14 metros, más de 5 metros de diámetro y cerca de 2000 años de vida.  La zona está calificada como LIC, Lugar de Interés Comunitario, por la Red Natura 2000 tanto por la importancia de la masa boscosa de sabina albar como por los encinares y quejigares que sobrevuelan los buitres leonados, halcones peregrinos o águilas reales.

Conserva algunos interesantes ejemplos de casa pinariega en mampostería, sillarejo, entramado de madera y chimenea cónica.