Langa de Duero, un viaje a la historia entre viñedos y castillos

Langa de Duero, un viaje a la historia entre viñedos y castillos

Langa de Duero es uno de esos rincones que parecen sacados de un libro de historia. Su ubicación en el extremo occidental de Soria, en plena Ribera del Duero, ha marcado su pasado y su presente. Aquí, entre viñedos, campos de cereal y el fluir eterno del río, la historia se escribe en piedra, en madera y en el propio trazado de sus calles. 

El origen de Langa de Duero se remonta a la época celtibérica y romana, con algunos estudiosos identificándola con la antigua Segontia Lanca. Pero fue en la Edad Media cuando la villa adquirió su carácter actual, convirtiéndose en un enclave clave en la defensa del Duero. Su castillo, sus calles y sus casas son testigos de un pasado marcado por la lucha y el comercio. 

Río Duero 

Un conjunto histórico que cuenta historias 

Declarada Bien de Interés Cultural en 2007, Langa de Duero no es solo un pueblo bonito; es un museo al aire libre. Sus calles principales, la Real y la del Río, tejen el entramado urbano alrededor del Ayuntamiento y de la iglesia de San Miguel Arcángel. Las casas, con sus fachadas estrechas pero profundas, reflejan la adaptación de la arquitectura tradicional a un entorno de frontera. Construidas con mampostería, adobe y entramado de madera, muestran orgullosas sus soportales y balcones volados, testigos de siglos de historia. 

El Castillo de El Cubo, vigía del Duero 

Sobre un altozano perforado por bodegas tradicionales, el Castillo de El Cubo sigue custodiando Langa de Duero. Declarado BIC en 1949, esta fortaleza del siglo XV-XVI es uno de los últimos vestigios de una época en la que la defensa del Duero era crucial. Se cree que sobre su ubicación pudo haber existido una fortificación medieval anterior, cuando el Cid fue alcaide de la villa. 

Hoy, la imponente torre del homenaje alberga una exposición que recorre la historia de Langa de Duero y su papel en la defensa de la frontera. Desde lo alto, las vistas abarcan los viñedos, el río y el trazado medieval del pueblo, componiendo una estampa que transporta a otro tiempo. 

Castillo de El Cubo, Langa de Duero 

Un puente medieval sobre el Duero 

Si hay una imagen que define a Langa de Duero es la de su puente medieval de doce ojos. Con tajamares, descansaderos laterales y tablero enlosado, esta obra de ingeniería ha resistido el paso de los siglos, permitiendo el trasiego de viajeros, comerciantes y, quién sabe, quizás también de algún que otro caballero medieval. 

Puente medieval sobre el Duero 

La iglesia de San Miguel, testigo del tiempo 

La iglesia parroquial de San Miguel Arcángel conserva vestigios de su origen gótico. Su primitiva cabecera, con bóvedas estrelladas, fue sustituida por una más moderna entre los siglos XVI y XVIII, adaptándose a los nuevos tiempos sin perder su esencia. Su interior, sobrio y elegante, es un reflejo de la evolución de la villa y de su inquebrantable conexión con la historia. 

Viñedos, bodegas y el alma de la Ribera del Duero 

Langa de Duero no solo es historia y patrimonio; también es vino. Sus tierras forman parte de la Denominación de Origen Ribera del Duero, y los viñedos que la rodean son testigos de una tradición vinícola centenaria. 

Las bodegas subterráneas, excavadas en la roca, hablan del esfuerzo y la pasión de generaciones de viticultores. Algunas han sido recuperadas y restauradas para mostrar al visitante cómo se elaboraba el vino antaño, con lagares, prensas y toneles que aún huelen a la madera y al mosto fermentado. 

Langa de Duero, un viaje imprescindible 

Recorrer Langa de Duero es viajar en el tiempo. Es perderse por calles que cuentan historias de frontera, contemplar castillos que defendieron territorios, cruzar puentes que han visto siglos de historia pasar sobre ellos y, por supuesto, brindar con un buen Ribera del Duero en alguna bodega tradicional. 

En cada rincón, en cada piedra y en cada copa de vino se esconde el alma de un pueblo que sigue latiendo al ritmo del Duero. 

 

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