Es la zona con intenso pasado resinero que no sólo ha dejado heridas en los troncos, sino importantes huellas de tradición y cultura como lo atestiguan las localidades de Matamala de Almazán, Tardelcuende y Quintana Redonda.
El pulso de comarca late en Almazán. Localidad de encrucijada, la villa es una constante superposición de diversos estratos históricos, que han dejado escritos sus pasajes en ella. Ciudad de avanzadilla, fue frontera primero entre el mundo árabe y el cristiano, y después punto de litigio entre los reinos de Aragón y Castilla. Su máximo esplendor le llegó de las manos de los Reyes Católicos, cuya corte se instaló en la villa en varias ocasiones, como hemos comentado. Aún conserva tres puertas monumentales de su recinto amurallado medieval, además de contar con una joya del románico en la iglesia de San Miguel, que comparte escenario en la Plaza Mayor con el palacio gótico-renacentista de Altamira.
A quince kilómetros de la villa adnamantina, se localiza Morón de Almazán, donde se puede contemplar su plaza renacentista del siglo XV. En ella se alza el Palacio de los Mendoza y los Ríos, que alberga el Museo Provincial del Traje Popular de Soria.
La comarca es pródiga en manifestaciones románicas que salpican pueblos como Perdices, Barca, Nepas, Nolay, Escobosa, Viana de Duero, Villasayas , Maján y Adradas.